domingo, 22 de junio de 2014

De sucesiones va la cosa

Este mes ha habido una sucesión a la que se le ha dado mucho bombo y platillo, pero para mi particular persona ha habido otra increíblemente más importante en mi armario. En mi zapatero para ser más exactos.

Hace tres años comenzó mi historia de amor con El Naturalista, dí con ellos en mi búsqueda de un zapato ni muy abierto ni totalmente cerrado, de piel, cómodo y plano pero no en exceso (suela de papel de fumar estilo manoletina = fascitis asegurada, yo y mis pies de abuelilla) y que a ser posible no fuera feo. Eran muchos requisitos a cubrir, pero con lo grande que es internet, ¿no iba a haber nada para mí?

Buscando ese par de zapatos ideales para mis vacaciones, para patearme Alemania sin perder un ápice de estilo, llegué a Spartoo. Allí, no sé de qué manera llegué a ver un modelo del Naturalista que me cautivó, plano pero no en exceso, suela de corcho y goma natural, de piel por dentro y fuera, no eran sandalias pero tampoco eran totalmente cerrados, ideales para que no se me asara el pie y para que tampoco me diese frío en los dedillos si bajaban las temperaturas, y encima ya había escuchado a alguien que tenía un par de la marca y estaba más contenta que contenta. Me enamoré.




Y empecé a ver precios... las bailarinas/sandalias/zapatos, no sabría ni cómo definirlos, estaban en negro, azul marino, verde pistacho y rojo, y no me preguntéis por qué, las que estaban increíblemente rebajadas eran las rojas. No me acababa de convencer el color, pero lo que sí que no acababa de convencerme era pagar 30€ más sólo por hacerme con ellas en en un color diferente, y como el envío encima era gratuito me dije: ¡Qué demonios! Y las naturalistas se vinieron para casa.

Modelo Wakataua Tonya, color Tibet


Una vez en mis manos y viendo el color en persona me alegré horrores de haberlas comprado rojas, era un tono precioso y nada chillón combinable al máximo, y de hecho fueron estos zapatos justamente los que originaron mi actual obsesión por el calzado rojo (zapatos, sandalias, botines, botas, you name it!), y mi obsesión con El Naturalista comenzó el primer día que las utilicé para asegurarme de darles uso antes del viaje y no verme por las calles de Alemania como Chiquito de la Calzada. Y ¿sabéis qué? Ni una rozadura, ni apretaban de ningún sitio, ¡nada de nada! Si las llego a estrenar el primer día del viaje no habría habido de qué arrepentirse ni lamentarse.

Durante tres años han sido mis compañeros inseparables, mi jarrillo de lata, mis passe-partout, lo mismo me acompañaban a hacer la compra que a dar un paseo, que de viaje o a sacar a los perros por el campo. Hemos vivido mucho juntos y la verdad es que aunque siguen siendo comodísimos, no hace falta ser un lince para saber que los pobrecitos míos han visto tiempos mejores.







Necesitaban que otro par les hiciera el relevo, y aunque ya ha llegado ese día ellos saben que no me olvido de ellos, que me acompañarán a mis paseos con los perretes y que me seguirán haciendo muy felíz. Habría comprado sin duda otro par igual, pero no lo he encontrado a tan buen precio y/o de mi talla, así que serán estos Art los que tengan la dura tarea de estar a la altura. Esta vez vienen desde Zalando.



Yo confío en ellos.

Y de propina os dejo un par de fotillos de mis maltrechos naturalistas junto a los culpables (en parte al menos) de que se encuentren como se encuentran. Pero bueno, que nos quiten lo bailao.


Nero, con la lengua fuera después de las cuatro carreras que se ha metido en el campo

y

Phoebe, Fibi para los amigos, durmiendo depués del paseo, que se ve que ha sido de lo más agotador.


¿Tenéis por casa algún par de zapatos de los que os cuesta separaros?

¿Alguna marca fetiche?

¿Algún par del Naturalista?

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2 comentarios:

  1. me ha gustado como escribes la entrada!

    No tengo nada del naturalista, pero tengo un abrigo de Stradivarius, de tela vaquera, con forro por dentro, y aunque pesa y si llueve no es muy aconsejable porque pesa mas, no sé como deshacemer de él, porque no encuentro nada parecido :(

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    1. Sí, hay prendas únicas e irrepetibles de las que uno no puede deshacerse ni cuando están ya en horas bajas. Yo tengo una falda muy sencilla pero preciosa con una forma que me encanta y este verano voy a ponerme con mi abuela en la máquina de coser a ver si soy capaz de hacer una aunque sea parecida! Como lo consiga pondré en marcha una fábrica, jajaja.

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